- benedictinas
- 23/11/2025
- 15:36
La muerte de Jesús no ocurrió sobre un ostensorio de oro entre cuatro velas; sino en una cruz, fuera de la ciudad en una colina sombría entre dos malhechores; y después de una larga agonía y sufrimiento. Este fue el contexto real. Pero ¡qué asombradamente! lo hemos cambiado.
En la cruz, todos se burlan de Jesús y lo ridiculizan con motivo de la salvación. ¿Cómo puede salvar a la gente un crucificado? Le instan a que demuestre que es el Mesías y manifieste su poder bajando de la cruz.
Los dos malhechores también quieren ser salvados. A uno de ellos, Jesús le abre la puerta del cielo. Solo tuvo que decir que quería ir allí; y que quería dejar toda su vida pasada. ¡Qué sencillo! Y Jesús le promete el Reino. Porque, en Jesús, Dios se ha empeñado en estemos todos en el Paraíso. Nada ni nadie podrá apartarnos jamás de la victoria y del Reinado de Jesús resucitado. Y con esta alegría y esperanza debemos siempre caminar.
(Sor Ernestina)
