CONMIGO, HAY SIEMPRE RESURRECCIÓN Y VIDA

PROFESIÓN MONÁSTICA DE SOR JULITA

EVANGELIO

25 En aquel tiempo Jesús respondió y dijo: —Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
26 Sí, Padre, porque así te agradó.
27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni al Padre conoce alguno sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga
(Mt 11).

COMENTARIO

Vemos, en el texto, una oración de Jesús al Padre en agradecimiento por su plan de salvación: acoge a todos;, pero, principalmente, a los no privilegiados frente a los que tienen conciencia de algún tipo de superioridad.

El yugo facilitaba el correcto trabajar y caminar del animal; además, le proporcionaba la dirección correcta y distribuía mejor las cargas para aprovechar al máximo la energía y el esfuerzo del animal.

Al aplicar este texto a su seguimiento quiere dejar claro que no deja algo pesado, fastidioso; sino que va a aliviar las dificultades de la vida. Por tanto, todo en la vida debe centrarse en la persona de Jesucristo que alivia nuestro cansancio.

No es algo así como si Jesús nos dijera: «Mira, conmigo no vas a sufrir nada, milagrosamente, no vas a tener problemas».

El mensaje de Jesús es: «Conmigo, hay siempre resurrección y vida».

(Sor Ernestina)

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