- benedictinas
- 03/08/2025
- 10:44
EVANGELIO – DOMINGO – C
«En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:J
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios» (Lc 12,13-21).
COMENTARIO
Jesús, en este texto, nos presenta una parábola. Hay un hombre rico que se encuentra con una gran cosecha.
Era una buena persona, muy trabajadora. Era también muy reflexivo que piensa sobre la mejor manera de gestionar su situación y decide, con muy buen criterio, construir graneros más grandes para almacenar todo el trigo.
Hasta aquí, todo bien. Pero surge un problema: Se siente seguro con eso, pone toda su confianza en lo acumulado y decide jubilarse para dedicarse a comer, dormir, beber, viajar, banquetear… Nosotros lo vemos muy bien. Incluso, lo envidiamos.
Pero, ¿qué le dice el Señor? «Necio; esta misma noche vas a morir. ¿De qué te servirá todo eso acumulado?
¿Qué nos dice con esto a nosotros, Jesús? Que las cosas inconsistentes y transitorias nunca pueden darnos felicidad y seguridad.
Este hombre es rico para sí mismo: habla de «mis» frutos, «mis» graneros, «mi» cosecha…; pero no es rico en las cosas de Dios ni en las de los demás.
Tenemos una fuerte llamada personal y comunitaria a tomar lo «acumulado» durante tanto tiempo que no da beneficio a nadie, y ponerlo al servicio de nuestros hermanos más necesitados.
(Sor Ernestina)

