- benedictinas
- 16/02/2025
- 10:30
Hemos escuchado muchas veces las bienaventuranzas. Una vez más, vemos a Jesús mirándonos y diciéndonos el secreto de la felicidad. Lo importante es cómo escuchamos este mensaje sin que sus palabras terminen en una amable acogida que no nos cuestiona ni nos movilizan al cambio.
El texto no nos habla de actitudes, sino de personas. No son normas a cumplir ni valores a defender, sino dos tipos de personas: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran; y los ricos, los aplaudidos, los famosos. Y vemos también el diferente destino de ambos.
Se nos muestra el modelo de nuestra verdadera identidad para que nos vayamos construyendo en este sentido.
Debemos atender, sobre todo, a nuestras riquezas, nuestras posesiones. Esto puede envolvernos de tal modo que no nos permiten ver a los demás. Así construimos un muro que no permite a los pobres entrar.
(Sor Ernestina)