- benedictinas
- 27/10/2024
- 10:14
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara.
Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino (Mc 10,46-52).
COMENTARIO
¿Qué podemos aprender de Bartimeo?
- Tiene claridad respecto a su situación. No se engaña. Se mira con sinceridad. Está ciego.
- Es valiente y no deja que le callen.
- No está deprimido ni desesperanzado ante su situación, sino que busca cómo gestionarla bien y se levanta. Toma una postura entusiasta, animoso y, además, muy entusiasta.
- ¿Qué busca Bartimeo? No la compasión, no tiene una actitud victimal (Mira, estoy ciego; pero ¿es que no te doy pena? Mira, soy pobre; ¿no te doy pena?). No. Él busca una profunda transformación a su vida. El quiere ver, ver el sentido de toda su vida, de todos sus a contecimientos.
También nosotros le pedimos al Señor que podamos VER.
(Sor Ernestina)