- benedictinas
- 13/10/2024
- 10:44
«En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna» (Mc 10,17-30).
COMENTARIO
Cuando leemos este pasaje, todos sentimos un poco de pena por este joven rico. Es un hombre bueno; incluso, de admirar por su vida tan religiosa. Sin embargo, nos da pena porque permanecerá triste toda su vida. La propuesta de Jesús de venderlo todo y seguirlo, le echó atrás. ¿Por qué? Porque el encuentro verdadero con Jesús tiene repercusiones reales y concretas en nuestra vida. Y esto lo realizamos mal con frecuencia. Nos cuesta. ¿Somos nosotros, también, el joven rico?
Cuando miramos hacia atrás nuestra vida, nos quedamos estremecidos: ¡Qué cantidad de cosas, y no solo materiales, en las que tenemos puesta nuestra confianza.
Hoy escuchamos todos esta voz de Jesús: «Véndelo todo y sígueme».
Es una llamada clara a una aventura, a arriesgar. No podemos ser normales y ser discípulos de Jesús. Si cuando se invita a ser cristiano, tú levantas la mano, tienes que saber que tienes que hacer una buena inversión de rentabilidad fija y para siempre. Pero ¿sabes que te espera si aceptas esta invitación? Te espera una vida heroica. Pero no tengas miedo porque estás hecho para ello, estás hecho para la grandeza de seguir a Jesús. Y, probablemente, ya lo estés comprobando en tu vida. Cuando miras atrás dices: ¡Quién iba a pensar que yo…! ¡Quién iba a creer que yo…!
Se te invita a una vida heroica y ella te está esperando. Pero, si no lo dejas todo, la perderás.
(Sor Ernestina)
Sandra Marcela
Amen Señor,Miranos.