«TALITA, CUMI»

Estamos ante situaciones desesperadas (Mc 5,21-43): un padre a quien se le está muriendo su hija y una mujer gravemente enferma con flujos de sangre. En ambos casos, hay una curación milagrosa, fruto de una confianza asombrosa en el poder de Jesús que es capaz de superar los límites de todo ser humano porque son, casi siempre, subjetivos y no reales. La fe desarrolla una fuerza e imaginación insospechadas e inimaginables capaz de poner al ser humano en marcha, capaz de desarrollar sus potencialidades.

La vida no es una serie de actos mágicos, de milagros, de apariciones. Es necesaria la cooperación del hombre.

Jairo tiene que separarse de la sinagoga. Es decir, de todo su pasado, de su identidad, de su sentido de vida; y reconocer públicamente otro poder, otra orientación, otro sentido, el de Jesús. Tiene que empezar un nuevo camino y en silencio, creyendo, contra toda esperanza, lo que aún no ve.

Jesús habla siempre de vida y de sanación, de vitalidad. Por eso hace callar a las personas tóxicas como los amigos de Jairo que solo hablan de lo negativo y van destruyendo esperanzas.

Talita cumi (Niña, a ti te digo, levántate) son palabras dirigidas a todos nosotros para que despertemos, crezcamos, nos llenemos de vida hacia lo mejor de nosotros mismos y siempre ayudados y alimentados por la comunidad.

(Sor Ernestina)

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