- benedictinas
- 09/06/2024
- 10:41
Este evangelio (Mc 3,20-35) es bastante incómodo.
¡Pobre, Jesús! Para su familia, estaba loco. Para los maestros de la Ley, poseído por el espíritu del Mal. Y, finalmente, tiene que ignorar la petición de su propia familia.
Pero él sigue adelante y se reúne con su grupo de amigos con quienes comparte su misión. Jesús aquí relativiza todas las normas y costumbres. Lo único importante es seguirle. Y eso no es cuestión de ubicación física o de lazos de sangre, sino de compartir una vida, la misma vida que él lleva; caminar con él, estar con él. La decisión de hacer esto puede llevar a rupturas culturales, sociales, familiares, políticas. Es un comenzar una vida nueva y distinta. Y, en esta nueva familia, todos están sentados alrededor de Jesús. No hay ninguna cosa que los diferencie ni separe. Todos en circularidad, en posición de igualdad: jóvenes y mayores, hombres y mujeres. Nadie destaca sobre los demás como el más inteligente y lúcido para ver siempre la verdad. ç
Esta unidad hace que una familia subsista y es el fundamento y garantía de su fecundidad.
(Sor Ernestina)