- benedictinas
- 15/08/2024
- 10:40
Cuando María e Isabel se encuentran, el Espíritu Santo les lleva a comprender más plenamente la acción de Dios en sus vidas. Ambas han experimentado embarazo milagroso. Esta experiencia común las une profundamente.
Isabel, rápidamente, bendice a María; la proclama dichosa porque ha creído y escuchamos la primera confesión cristológica de toda la biblia, al referirse al hijo de María como Señor.
En respuesta al anuncio del ángel y animada por las palabras de Isabel, entona las palabras del magníficat. Celebra no solo lo que Dios ha hecho en ella, sino también lo que hará en adelante de generación en generación.
Es interesante ver cómo el magníficat de María no se produce inmediatamente tras el anuncio del ángel. Solo aparece tras el encuentro con su pariente Isabel quien, inspirada por el Espíritu Santo, le ayuda a entender lo que le ha sucedido.
En nuestra vida, también ocurren estas dos posibilidades cuando nos encontramos con «nuestro hermano» de al lado. Podemos ayudar a identificar la obra de Dios en su vida; y permitir que el ánimo y el aliento del otro provoque una mayor audacia en nuestra propia vida de fe.
El ánimo, el estímulo que podemos dar al otro es siempre inspiración del Espíritu Santo. Del Espíritu Santo no viene jamás nada negativo, nada que bloquee, que paralice, que perturbe o divida la unidad.
El Espíritu Santo nos impulsa a todos a alabar unidos al Señor.
(Sor Ernestina)