- benedictinas
- 26/05/2024
- 10:40
En el texto de hoy (Mt 28,16-20), hay muy poco de teología. Solo hay once discípulos de Jesús en una ciudad, Galilea, y hombres normales, pero que, de repente, reciben una visita de Jesús que había muerto y resucitado. Y el Señor les invita, y nos invita hoy, ahora, a una nueva vida con una gran misión: ir al mundo entero con el poder del Misterio trinitario: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Misterio que sirve de ancla a nuestra esperanza porque nos dice a cada uno: Dios te ama y te está contigo todos los días hasta el fin del mundo.
Con Cristo, viene a cada uno de nosotros una nueva vida. Pero ¿cómo incorporarnos a ella? Normalmente nos decimos: vayamos despacio, no nos precipitemos; nuestros recursos son muy limitados, ya lo comprobamos.
Pero no hay que temer ni dudar. Esta gran misión no es para cada uno individualmente, sino para la comunidad. Jesús envía a la comunidad para que vaya agregando nuevos miembros; todos necesitamos aportar en esto nuestro mayor y mejor esfuerzo. Ser una comunidad curiosa, creada a imagen de la Trinidad que ve la posibilidad de la unidad incluso en la diversidad. Esta es nuestra mayor fuerza evangelizadora.
(Sor Ernestina)