- benedictinas
- 09/03/2025
- 10:14
EVANGELIO – DOMINGO I DE CUARESMA – C
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»
Jesús le contestó: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.»
Jesús le contestó: «Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».
Jesús le contestó: Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión (Lc 4,1-13).
Hoy se nos presentan las tentaciones de Jesús antes de preparar su ministerio. No fueron simbólicas, sino muy reales. Tenía que decidir su modelo mesiánico rechazando muy fuertes desviaciones.
Destaca que siempre fue acompañado por el Espíritu Santo, su inseparable amigo durante toda su vida. Para vencer las tentaciones, utiliza, únicamente, la palabra de Dios; es decir, su relación con el Padre. Ésta había sido, desde pequeño, el principal motor de su vivir. Ahora tenía que verificarlo y manifestarlo.
El Mal le propone que sustituya a Dios por otro tipo de relación y sea para él lo principal: lo material, la fama o el poder. El Mal siempre ofrece soluciones baratas y exigen poco esfuerzo.
Este texto nos invita a nosotros también tanto a nivel personal como comunitario.
(Sor Ernestina)