- benedictinas
- 02/06/2024
- 10:37
Jesús no quiere irse del lado de sus amigos. No quiere que su muerte pueda romper la comunión con él. Quiere dejarles muy claro que no quedan solos. Por eso, les invita y nos invita a comer su cuerpo y beber su sangre. Se trata de compartir una misión; lo que implica que hay una comunión de vida. Pero no podemos olvidar que comulgamos con un cuerpo entregado y una sangre derramada por todos. Es decir, en la eucaristía hay algo más que la presencia de Jesús; es un presencia de una vida ofrecida. Por eso, la eucaristía no es en este momento el sacramento de la adoración, sino el sacramento de la comunión. No es tanto una visita como una participación, un alimento.
En la adoración entramos en diálogo con Jesús, pero tenemos una perspectiva equivocada: No es que Cristo esté solo y encerrado en el sagrario y que necesite que hagamos visitas. Él está feliz, resucitado, vivo. Somos nosotros los tristes y encerrados en nuestro pequeño mundo y necesitamos que él nos visite para que no estemos solos. Tampoco lo importante, en las exposiciones y en las procesiones, es que ocupen espacios públicos ni hagan demostraciones triunfalistas de un gran poder de convocatoria. Son simplemente oportunidades de expresar nuestra fe.
(Sor Ernestina)
Yoli
Muy agradecida sor Ernestina!