EN EL DESIERTO…

«En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio
» (Mc 1,12-15).

COMENTARIO

El Espíritu lleva a Jesús al desierto que en la Biblia es un lugar de la prueba. Lleno de esa fuerza, entra en esa zona misteriosa. Fue «impulsado», palabra que indica gran intensidad en la acción, una fuerza grande, como un empujón que brota del interior. Allí es tentado por el Mal quedando patente su humanidad.

Pero ¿qué pretendía el mal? Apartarlo del Padre y proponerle medios alternativos más fáciles para realizar su misión; especialmente abandonar el camino doloroso de la cruz. ¿Podrá Jesús vencer al tentador?

Sabemos que Adán fracasó y, en él, todos nosotros.

Jesús ganó la batalla; fue el más fuerte. Y, en él, todos nosotros tenemos la capacidad de vencer al mal. No tenemos ninguna excusa para la derrota.

Después de vencer las tentaciones, le vemos comenzar su vida pública en Galilea diciendo que el Reino de Dios está cerca. Y nos invita, a cada uno de nosotros, a la fe en él como el Salvador y a la conversión.

Pero ¿qué es la conversión? No lo sabemos muy bien, pero sí que es muy difícil. La conversión no consiste en cambios de conductas externas, sino un cambio radical de planteamiento vital, de forma de vivir.

Hoy Jesús nos habla a cada uno personalmente de nuestra propia vida y nos presenta la suya con su nivel de santidad como un espejo en el que mirarnos.

(Sor Ernestina)

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1 comentario

  1. 19/02/2024 at 18:26
    Casina

    ¡Qué explicación tan clara para entender lo que significa “el desierto” y también,aunque no parezca tan claro lo que es la “conversión “.
    ¡Muchas gracias!

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