EL ADVIENTO

SER PERSONA

Fundida en el «silencio», preguntaba:

¿qué pinto?, ¿qué deseo?,

¿qué busco anonadada?

Busco…, no sé lo que ya busco;

sí, lo que deseo:

la felicidad colmada.

Todo hombre anhela,

porque, en él habita,

una plenitud inacabada.

Y buscamos todos,

en el bullicio de la vida,

colmar nuestros anhelos:

vivienda, bienestar, el éxito…

¿Y así llenamos nuestros días?

Y ¿se colma así nuestro vacío?

¿O anhelamos otra cosa y otra más…?

¿Te lo digo?

Tu deseo es infinito.

Algo así es el Adviento:

esperar a quien ya habita nuestra vida

y al que nos está viniendo.

Dale espacio, dale tiempo:

mira hacia tu centro.

Las cosas nos importan;

eso es cierto.

Mas no colman nuestro anhelo.

Solo el amor que de ti sale y tú recibes

llena de gozo el caminar incierto.

Clama su presencia ya sentida:

¡Ven, Señor Jesús!

Deja henchido mi camino de tu cielo.

(Sor Rosa)

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