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¿Te gusta que te interrumpan? Seguro que no. Es bueno que te acostumbres pues Dios lo hace en la vida de las personas.

María era mujer como las de ahora y Dios se presentó en su vida interrumpiendo sus planes. Probablemente era como todas las jóvenes de su tiempo, una más. En ese habitual tiene un encuentro fuerte con Dios; probablemente en su actividad. Como dice el texto, «entrando el ángel» donde estaba ella, en lo suyo, en lo que hacía corrientemente.

Lo que perturba a María es el saludo del ángel, «llena de gracia; el Señor está contigo». Dios ve en María algo que ella desconocía o no percibía de sí misma. Nosotros no sabemos mirarnos como Dios nos mira. Y María recibe la noticia de que su vida va a cambiar completamente: va a dar a luz al hijo de Dios. Ella expone sus dudas porque humanamente no es posible; pero sí por obra del Espíritu Santo.

A María le dicen: Mira, todo va a cambiar en tu vida, ya no vas a ser la misma. Y ¿por qué ella dice «sí»? Porque ese plan tan desconcertante viene de Dios.

También nosotros recibimos interrupciones desconcertantes en nuestra vida, se nos ofrecen nuevas oportunidades de crecer y mejorar. Y, entonces, podemos decir como María: Adelante con tu proyecto, Señor. Cambia mi vida como mejor te parezca. Yo no sé cómo va a salir todo; pero, como es tu voluntad, sé que el final será con una gran alegría para mí.

(Sor Ernestina)

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