- benedictinas
- 07/01/2024
- 10:50
La vida de Jesús estuvo llena de actos concretos. Hoy le vemos bautizándose por Juan. En su bautismo, Jesús entra en el misterio personal de su identidad y su misión: como Hijo de Dios y Salvador de los hombres. Marcos, evangelista, pone especial énfasis en que es el Hijo de Dios. Y Dios mismo lo identifica como hijo suyo. Desde ese momento, Jesús empieza a vivir una nueva relación con Dios, como hijo elegido, para salvar.
La voz del cielo se dirige únicamente a Jesús. Para que los demás conozcamos quién es, hemos de seguirle y escucharle personalmente. En el bautismo de Jesús, los cielos se rompen, se rasgan completamente. Hay un derribamiento de la barrera que hay entre el cielo y la tierra; y eso permite descender al Espíritu Santo.
Para la vida cristiana, es necesaria la presencia constante del Espíritu Santo.
Este texto nos hace una pregunta: ¿Te guía el Espíritu Santo por caminos nuevos, por otras formas nuevas de relacionarte con Dios, con los hermanos y con la vida? ¿O sigues en lo de «ayer», como eras, como pensabas, como hacías las cosas?
(Sor Ernestina)