¡AYÚDAME, JESÚS!

Un hombre, en el camino,

llamaba a gritos: ¡Jesús!

¡Calla!, decían los suyos.

Sin hacer, apenas, caso,

repetía con ahínco:

¡Ayúdame, Jesús!

Jesús le llama

y le pregunta:

¿qué quieres que haga por ti?

Quiero recobrar la vista.

Ten misericordia de mí.

Bartimeo está postrado

en nuestro pequeño vivir

si la inercia es el motivo

y no hay ganas de vivir;

si caminamos sin rumbo,

sin dirección a seguir;

si doblamos la rodilla

ante el dios que nos humilla

y nos hace sucumbir.

Abre, Jesús, nuestros ojos

para poderte seguir;

y encontrar tras de tus pasos

el sentido del vivir

que no es otro más que el tuyo,

alcanzar la plenitud:

HOMBRE LIBRE;

forjado en el AMOR:

desde la CRUZ hasta la LUZ.

(Sor Rosa)

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