- benedictinas
- 14/07/2024
- 10:44
Jesús envía a sus discípulos con una misión; y también a nosotros. Y lo primero que tenemos que hacer es quitarnos nuestros trajes sofisticados de etiqueta, eliminar todo lo que es elegante, ostentoso y ponernos en mono de trabajo. Es decir, estar dispuestos a remangarnos y mancharnos. Después nos invita a ir con pocas cosas para ir ligeros; únicamente con lo esencial. De entrada, esto nos da miedo porque nos parece muy poco. Pero es suficiente.
Los apóstoles no deben confiar más que en Jesús. Y empiezan su misión y vemos que no obedecen al Señor. ¿Por qué? Porque son muy creativos. Él les envía y capacita para echar espíritus inmundos. Pero a ellos se les ocurre predicar la conversión. Y resultó estupenda esta iniciativa.
Resumiendo: Somos enviados de dos en dos; es decir, en comunidad; con autoridad y con lo necesario; y sin quejarnos de la hospitalidad yendo de un sitio a otro buscando un hotel de cuatro estrellas. Hemos de estar contentos con lo que encontramos y provocando, con nuestra vida, la adhesión de los demás a Jesucristo.
Jesús nos llama a una gran misión. Tenemos que escucharle y ponernos con urgencia en camino porque no se trata de hablar, sino de actuar. Una «familia» así unida es difícil que sea vencida.
(Sor Ernestina)